Los primeros pasos del padre Guanella por el Calvario, en su misión de hacer el bien, están marcados por la mística guaneliana, impregnada y delineada por el método sacramental establecido por Dios en Su infinita misericordia y sabiduría para realizar nuestra redención. Al hablar específicamente del camino del padre Guanella en relación con su vocación, es crucial considerar el momento en que la semilla de este llamado brotó, como una semilla en tierra fértil. Esto nos permite comprender mejor el profundo vínculo entre nuestro Fundador y Cristo.
En su madurez, el padre Guanella escribió: “El Señor suele escoger a Sus ministros entre los más pobres…”, reflexionando sobre cómo, en medio de innumerables dificultades, la Providencia divina guió sus pasos hacia el Bien supremo. El camino de Luis estuvo marcado por el cansancio, la falta de comodidad y la distancia del calor del hogar. Desde sus primeros años de estudio, aprendiendo a leer y escribir con el capellán local, hasta su educación en la escuela rural y la posterior beca para el colegio Gallio en Como, se destacó como un estudiante diligente y una promesa para el futuro.
El corazón de nuestro Fundador ya estaba marcado por un acontecimiento significativo cuando la Iglesia declaró el dogma de la Inmaculada Concepción de María el 8 de diciembre de 1854. Este acontecimiento moldeó su trayectoria de vida.
El desafiante contexto histórico y social de su infancia y adolescencia se convirtió en el terreno fértil para la gracia y el carisma guaneliano. De la debilidad y carencia de un niño pobre de las montañas, Dios forjó un Apóstol que, en su vida terrena, asistió a miles de necesitados y aseguró, a través de su fundación, la administración misericordiosa de la predilección providencial de Dios por los más frágiles. El padre Guanella no fue pasivo en este proceso; abrazó su realidad y fue fiel a las constantes inspiraciones del Maestro, que lo invitaba, como a todos los cristianos, a seguirlo por el camino de la Cruz. Al final, los pasos del Apóstol solo pueden seguir las huellas del Maestro.