Home Institucional El Adviento

El Adviento

0
El Adviento

Un tiempo de espera, conversión y esperanza

El Adviento es una de las estaciones litúrgicas más ricas de la Iglesia, un tiempo de preparación que nos invita a contemplar la venida de Cristo en tres dimensiones: su encarnación en Belén, su presencia constante y su venida gloriosa al final de los tiempos. Al comenzar en el cuarto domingo antes de Navidad, no es una simple cuenta regresiva, sino una invitación a una fe renovada, a la vigilancia y a la esperanza. Es un tiempo de “devoción y alegría expectante” que nos prepara para las gracias de la Navidad y el cumplimiento de las promesas divinas.

El significado espiritual del Adviento

Con un doble carácter, el Adviento recuerda la primera venida humilde del Hijo de Dios y nos impulsa a esperar su regreso como Señor de la historia. El profeta Isaías anuncia la era de la paz —“todas las naciones afluirán a la casa del Señor” (Is 2,2)— e inspira la conversión predicada por Juan el Bautista: “Arrepiéntanse, porque el Reino de los cielos está cerca” (Mt 3,2). San Pablo exhorta a la vigilancia: “Despojémonos de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz” (Rm 13,12). Es tiempo de despertar, reavivar la fe y revestirnos de Cristo.

La esperanza del Adviento renueva la confianza en las promesas de Dios. Como enseñó San Juan Pablo II, toca nuestra experiencia personal y comunitaria, ayudándonos a reconocer la presencia de Cristo en las circunstancias cotidianas.

La liturgia

Las lecturas del Adviento acentúan la vigilancia ante la llegada del Hijo del Hombre: “Velen, pues, porque no saben qué día vendrá su Señor” (Mt 24,42). El Salmo 122 expresa la alegría de ir a la casa del Señor y de rogar por la paz de Jerusalén. El Directorio sobre la Piedad Popular recuerda que el Adviento refleja el ciclo de la naturaleza, simbolizando la espera de la luz. Las novenas y la devoción mariana —especialmente a la Inmaculada Concepción— expresan confianza y humildad ante Dios.

Viviendo el Adviento

Vivir el Adviento es mirar hacia atrás, hacia la encarnación, y hacia adelante, a la venida gloriosa de Cristo. Entre estas dos venidas está la presencia espiritual del Señor en las almas de los fieles, como recuerda Benedicto XVI. María es el modelo de esa fe silenciosa, que acoge al Verbo en su corazón.

En la práctica, este tiempo puede vivirse con la corona de Adviento, la oración diaria y los gestos de caridad. En este camino suplicamos: “Ven, Señor Jesús”. La paciencia y la esperanza fortalecen nuestra marcha hacia su venida definitiva.

El Adviento renueva al Pueblo de Dios en la memoria, la súplica y la esperanza. Que este tiempo nos llene de alegría vigilante y nos conduzca a la luz de Cristo, preparándonos para acoger al Salvador que siempre llega nuevo.

DEIXE SEU COMENTÁRIO

Please enter your comment!
Por favor entre com seu nome aqui