Nuestra Señora de Guadalupe es la Patrona de México, de América Latina y de nuestra Provincia Guanelliana en América Latina que lleva su nombre.
Nuestra Señora de Guadalupe, conocida como la “Morenita” o “Virgen del Tepeyac”, es una de las devociones marianas más queridas en el corazón de América Latina. Su historia, marcada por milagros y por la inculturación de la fe cristiana, se remonta al siglo XVI y continúa inspirando a millones de fieles. Como Patrona de América Latina y, de modo especial, de la Provincia Guanelliana Latinoamericana, ella simboliza la maternidad de María que une pueblos, culturas y corazones en una sola familia espiritual.
Las Apariciones Milagrosas en el Monte Tepeyac
Todo comenzó en diciembre de 1531, en el cerro del Tepeyac, cerca de la Ciudad de México. El indígena Juan Diego vio por primera vez a una mujer radiante, vestida como una princesa azteca, que se presentó como “la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios”. Ella le pidió que se construyera una iglesia en su honor en aquel lugar, para que todos los pueblos pudieran invocarla.
Juan Diego enfrentó obstáculos al relatar la visión al obispo Juan de Zumárraga, quien le pidió una señal concreta. Entonces, María le indicó que recogiera rosas en invierno, un milagro en sí mismo, pues no hay rosas en esa estación debido al frío y la nieve, y que las colocara en su tilma, el manto que llevaba. Al abrirlo ante el obispo, apareció milagrosamente impresa en el tejido la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, con símbolos que unían la tradición indígena al mensaje cristiano: la mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies, evocando el Apocalipsis (Ap 12,1).
Esa imagen, que permanece intacta hasta hoy, convirtió a millones de indígenas al cristianismo, acelerando la evangelización del continente americano.
Las apariciones de Guadalupe representan un ejemplo perfecto de inculturación: María, como una “mestiza”, abrazó la cultura nativa y se convirtió en signo de cercanía y misericordia para los pueblos oprimidos por la colonización. Su “visita” maternal, como la describe el Papa Francisco, fue un abrazo a los nuevos pueblos de América, heridos en sus orígenes mestizos, proclamando a su Hijo para todos.
Patrona de América Latina: Un Llamado a la Unidad y a la Esperanza
Desde el siglo XVI, Nuestra Señora de Guadalupe es la Reina y Patrona de toda América. El Papa Pío XII la proclamó “Emperatriz de las Américas” en 1945, y el Papa Juan Pablo II, en 1999, extendió su fiesta litúrgica del 12 de diciembre a todo el continente, como “Estrella de la primera y nueva evangelización”.
En Ecclesia in America, Juan Pablo II destaca que su aparición a Juan Diego tuvo un efecto decisivo en la evangelización, trascendiendo México y uniendo al continente bajo un rostro mestizo de fe inculturada.
Para América Latina, Guadalupe es más que una devoción: es un símbolo de esperanza en medio de desafíos como la injusticia, la corrupción y la deuda externa. El Papa Francisco, en su homilía de 2014, la describió como la Madre que protege a los pueblos desde Alaska hasta la Patagonia, invitándonos a abrir los brazos como ella, acogiendo a migrantes, pobres y marginados. Ella nos recuerda que América está llamada a ser una tierra de generosidad, donde diferentes pueblos se encuentran en fraternidad.
Juan Pablo II, durante sus visitas a México, subrayó su presencia en la historia dramática de los pueblos latinoamericanos, creando lazos de cercanía entre sus hijos. Su imagen en la Basílica de Guadalupe, el santuario más visitado del mundo, es un faro de unidad espiritual para todo el continente.
Una Invitación a la Peregrinación Interior
La historia de Nuestra Señora de Guadalupe no es solo un relato del pasado, sino un llamado vivo a la fe y a la acción. Como Madre de todos los pueblos de América, ella nos invita a ser discípulos misioneros, especialmente en tiempos de desafíos sociales.
En la Provincia Guanelliana Latinoamericana, renovamos nuestro compromiso de vivir el amor guanelliano bajo su protección, pues no se puede detenerse mientras haya pobres que socorrer y necesidades que atender.
Que María de Guadalupe, con su mirada maternal, nos guíe hacia un continente de paz y justicia. Recemos juntos: “¡Oh Virgen de Guadalupe, Madre de Dios y Madre nuestra, bendice a América Latina y a nuestra Provincia Guanelliana, para que podamos ser generosos apóstoles del amor!”.