LA LLEGADA DE LOS GUANELLIANOS A MÉXICO

La animación pastoral no se limitaba a espacios cerrados. La comunidad también se reunió en el cerro, donde caminaron juntos, promoviendo la armonía y la comunión entre todos.

Una misión que comienza en Roma

Esta historia comenzó el 28 de marzo de 1982, cuando el Papa Juan Pablo II visitó la obra Guanelliana en Roma. Durante esa visita, el periódico vaticano, L’Osservatore Romano, destacó la labor de la congregación en un artículo dedicado a su servicio a los más vulnerables.

Inspirados por esta misión, el Hermano Marista Carlos Martínez Rain y la Sra. María G. Armida, de la Fundación de Ayuda a los Discapacitados Mentales A.C., enviaron una carta el 21 de abril de 1982 al Superior Pietro Pascuali invitando a la Congregación a abrir una casa en México para hombres adultos con discapacidad.

Designación y envío de asesores 

El 29 de mayo de 1983, en Nápoles, el Hermano Marista se reunió con Pietro Pascuali, Superior General de la obra. Durante esta reunión, Pascuali prometió enviar un asesor para evaluar la posibilidad de iniciar la misión en México.

Así, el padre Pedro Scano viajó al país y, al conocer la realidad local, quedó conmovido por la situación que encontró. “Había una realidad que nos llamaba”, comentó. Luego informó a Mons. Carlos Talavera, del Séptimo Vicariato, que los superiores de la congregación estaban dispuestos a apoyar el ingreso de la Congregación Guanelliana a México. 

La llegada oficial: 4 de diciembre de 1983 

Bajo la coordinación de Monseñor Talavera, el Padre Pedro Scano y el Padre Santiago Panaro llegaron a México el 4 de diciembre de 1983. Su primera misión fue el trabajo parroquial y juvenil, enfocándose en la animación pastoral para integrar y motivar a la comunidad de San Miguel Teotongo. 

Desafíos y construcción de esperanza 

Los misioneros llegaron a una colonia recién formada, que no tenía escuelas, ni servicios básicos ni infraestructura, pero que contaba con muchos jóvenes y niños. 

Luego comenzaron a construir la Parroquia, que se convirtió en signo de fraternidad y hogar de toda la comunidad. Además, comenzaron a construir un seminario y el Centro de Promoción Humana, lugares que no sólo ofrecían formación, sino también unidad, esperanza y fe para los pobladores. 

En San Miguel Teotongo y Colonia Miravalle fundaron el Centro Social Luis Guanella, que comenzó a jugar un papel importante en la promoción y servicios humanos locales.

La vida pastoral y la comunidad en crecimiento 

La animación pastoral no se limitaba a espacios cerrados. La comunidad también se reunió en el cerro, donde caminaron juntos, promoviendo la armonía y la comunión entre todos. 

La llegada de las Hijas de Santa María de la Providencia 

Además de los sacerdotes, también llegaron las hermanas de la Congregación de las Hijas de Santa María de la Providencia. Abrieron una guardería en San Miguel y ampliaron su misión a otros estados, como Puebla y Guadalajara. 

Las primeras hermanas en llegar a México fueron Rose Mary Bell y Rosa, quienes desempeñaron un papel esencial en la educación de los niños y en la misión social de la congregación. 

Un legado de amor y servicio que continúa 

Desde estos primeros pasos, la obra guanelliana en México se ha consolidado como un ejemplo de servicio fraterno y de promoción humana. La comunidad local participó activamente y la misión se expandió más allá de San Miguel Teotongo, fortaleciendo el carisma de Don Luigi Guanella y promoviendo una sociedad más inclusiva y solidaria.  

Parroquia de Corpus Christi

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Obra del Beato Luis Guanella

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